Historia

Historia

Los vestigios de la presencia humana en Berzocana se remontan al Neolítico, datándose en ese periodo el poblado de "El Terrero" y las hacjas y puntas de silex encontradas en distintos lugares. Grupos de cazadores y recolectores se asentaron buscando la protección de los abrigos rocosos de la sierra, la abundante caza y las frutas, vegetales y semillas que espontáneamente producían nuestros campos
Del Bronce (siglo VIII a.C.) es el famoso "Tesoro de Berzocana", que se custodia en el Museo Arqueológico Nacional, estudiado, entre otros, por el Profesor Fernández Almagro. Encontrado en las cercanías del poblado antes citado, está compuesto por dos torques de oro, macizo, con incisiones geométricas, de 750 y 950 gramos de peso y se considera una de las joyas celtas más importantes de la Península. Aparecieron en una pátera de bronce batido, procedente de algún lugar del Mediterráneo, a la que se la asigna una antigüedad similar a la de los torques.
Según expertos, del lejano Neolítico y del Bronce, son las pinturas rupestres seminaturalistas que aparecen en el panel del "Cancho del Risquillo", representando animales y escenas de caza , junto a abundantes pinturas del arte esquemático, pertenecientes al propio Bronce y al Hierro, que tienen continuidad en los conjuntos de las cuevas del "Cancho de las Sábanas", "Los Cabritos" y "Los Morales". Por su singularidad en la zona, llama la atención la profusión de figuras de manos de cuatro dedos que aparecen en el Cancho del Risquillo, reflejando lo que parece una amputación ritual del dedo meñique de la mano derecha. Esta mutilación voluntaria está presente en las manos de la cueva paleolítica de Maltravieso, en Cáceres, y en el guerrero yacente de la estela del vecino pueblo de Solana de Cabañas, en la que puede apreciarse los cuatro dedos de la mano derecha y los cinco de la izquierda. Estas representaciones gráficas permiten sospechar la existencia en la zona, durante un dilatado periodo de tiempo que abarcaría, cuando menos, del Neolítico al Bronce, de alguna ceremonia iniciática, quizás de tipo guerrero, en la que tendría lugar la ablación de este dedo.


Lo poblados fortificados de "Castrejón" y "La Dehesilla", en los que son visibles sus fosos de defensa, atestiguan la permanencia de grupos humanos organizados, en plena edad del Hierro.
Con la dominación romana, el territorio de Berzocana fue explotado con intensidad, especialmente su minería, extrayéndose cantidades considerables de plomo que, en grandes bloques de entre 30 y 40 kilógramos de peso, llamados "galapagos" por su forma convexa, eran exportados a las ciudades. La actividad minera propicia la reutilización del castro de "La Dehesilla", para aprovechar el yacimiento de la mina "La Conchita" y los cercanos de "San Fernando", "Ahijón" y "El Piojo": generándose también un extenso poblado minero en la Dehesa "Valhondo", del que procede un "galápago" de 37 kgs, que se custodia en el Ayuntamiento, junto a ajuares funerarios de su necróplis, con más de cien tumbar excavadas, de los siglos II a IV d. de C.


La agricultura fue el otro recurso económico que justificó la romanización, dando lugar a "villae", a lo largo de lo que parece ser una secundaria vía romana, que se dibuja a través de los restos arqueológicos de "La Caballería de Rosa", "Prado Sordo", "Cerro de la Tinajas", pasando por el vicus o pequeño poblado murado del "Cercado de la Cierva". Las villas romanas, como lugares autosuficientes para la explotación completa de la tierra, muestran su riqueza en el caso de "La Caballería", donde se han encontrado numerosas monedas, junto a una lanza, trozos de un recipiente de hierro, una especie de raspador para el curtido del cuero y lo que se supone es el piso de una habitación hecho de arcilla cocida. De este lugar procede la lápida funeraria instalada en la chimenea de la casa de aludida finca, que el estudioso trujillano D. Clodoaldo Naranjo, en su obra "Trujillo y su tierra", dice estar dedicada a un Marcus Canus Nigrini, añadiendo que el nombre de Berzocana procede, etimológicamente, de la conjunción de los vocablos "versus" y "Cana, como síntesis posible de frases como "hacia Cana" o "hacia la finca o familia Cana", dando lugar a Versocana, ahora Berzocana.


Tardorromanas o visigóticas con las agrupaciones de tumbas cinceladas en los afloramientos de pizarra de las fincas Miguel Pérez, Caballería La Hoya y Valbellido.
La presencia romana debió propiciar el contacto con Mérida, que tuvo continuidad hasta época visigoda, (S. VI y VII) recibiéndose, tempranamente, en Berzocana el influjo del cristianismo a través de la iglesia emeritense, sin descartar la construcción de una pequeña iglesia o basílica, (similar a la de "Portera", en Garciaz), quedando evidencia de sus restos en el fuste de la pila de agua bendita situada debajo del coro de la Iglesia Parroquial, la columna que soporta el púlpito, el busto en relieve de varón togado con un libro, esculpido en granito, que preside la puerta de la epístola y el sarcófago de mármol, donde se guardan los restos de los Santos Fulgencio y Florentina.
De la dominación árabe nada ha quedado, salvo la reutilización del poblado de "El Terrero", según la Carta Arqueológica de este yacimiento. No obstante y aunque son pocos los datos, la zona estuvo bajo el poder musulmán, con periodos de dominio cristiano, hasta la definitiva conquista de Trujillo el 25 de enero de 1232.


Antes, según cuenta la tradición, el 26 de octubre de 1223, un labrador que estaba arando quedó sorprendido al ver como el arado tropezaba en algo consistente, que resultó ser la tapa del sarcófago que contenía los restos de San Fulgencio y de Santa Florentina, hermanos de San Leandro y San Isidoro, según los documentos que acompañaban a las reliquias y que fueron incorporados a la Crónica de Alfonso XI. Al parecer, cuando se produjo la invasiópn musulmana, los clérigos de Sevilla, en cuya ciudad e iglesia de San Juan de la Palma, se hallaban enterrados dichos Santos visigodos, que habían vivido entre los siglos VI y VII, decidieron evitar la profanación de sus cuerpos y, junto con la imagen de la Virgen de Guadalupe, que presidía el panteón, iniciaron la huida hacia el norte, muy posiblemente siguiendo la Vía de la Plata, pasando por Mérida y, cuando vino a poder de los moros la capital de Lusitania, cuenta Domingo Sánchez Loro, en el estudio preliminar del "Libro de la Vida y Milagros de los Padres Emeritenses", por Paulo Diácono, que, obispos, clérigos y cristianos, huyeron a refugiarse en los montes de Extremadura; unos en la Vera, otros en las Villuercas...Grandes tesoros y muchas reliquias desaparecieron; unos robados o destruidos, otros puestos a recaudo, para evitar la profanación, olvidándose con el tiempo su paradero".
Es de suponer que una de estas expediciones, conociendo la existencia de población cristiana en Berzocana, se dirigiera allí buscando el amparo de los lugareños y de sus intrincadas sierras, para depositar y dar culto a los cuerpos de los Santos, hasta que la cercanía de huestes árabes, les obligara a enterrarlos. Desde su invención, tras ser designados Patronos de la Diócesis de Plasencia, las Sagradas Reliquias han sido objeto de ferviente veneración, convirtiendo a la villa en centro de religiosidad y peregrinaje.


Como albergue de tan preciado tesoro, se construyó, en los siglos XV y XVI, sobre un templo mudéjar , aprovechando parte de sus fábricas, especialmente la torre, una suntuosa Iglesia de estilo gótico, con traza catedralicia, de grandes dimensiones, compuesta de tres naves cubiertas con bóvedas de crucería estrellada a igual altura, que apoyan en seis airosos pilares fasciculados, rematados en palmeras de nervaciones. El , amplio coro, también de factura gótica, con balconada de granito, bien labrada, se sustenta en un arco plano, constituyendo una complicada obra de ingeniería.
En la nave lateral del lado del evangelio, está la Capilla de los Santos, inaugurada, el 3 de octubre de 1610, con grandes celebraciones y festejos, que duraron ocho días.,. Se trata de una construcción de dos cuerpos, el inferior con columnas toscanas y el superior jónicas, rematándose con bóveda de cuarto de esfera gallonada, dando se encuentra el sepulcro de mármol que guarda las Sagradas Reliquias, en sendos relicarios de plata sobredorada y arca de ébano, nácar, marfil y oro, regalo de Felipe II. Su construcción obedece al compromiso del pueblo, de proporcionar un dignísimo lugar para la custodia de los Santos, a raíz del pleito que tuvo que soportar, instado contra la villa por el obispado de Murcia, que pretendía llevarse a los dichos Santos, so pretexto de que habían nacido en Cartagena y que no estaban guardados con la debida dignidad. El propio Felipe II, puso fin a la controversia mediante sendas cédulas, que se conservan en el archivo municipal, ordenando que las reliquias permanecieran en Berzocana. Por este acontecimiento, una copla del Ramo dice:"para hacer esta capilla ni Rey ni Obispo ayudó, porque aquesta ilustre villa todo siempre lo cumplió".


Antes de estos sucesos, el 30 de marzo de 1538, el Rey Carlos I, otorgó en Barcelona el Privilegio de Villa a Berzocana de San Fulgencio, independizándola de Trujillo, a cambio de una cuantiosa suma de dinero.
Desde entonces los berzocaniegos han participado en todos los acontecimientos históricos, desde la conquista y cristianización de América, hasta las guerras coloniales, quedando muchos testimonios de sus intervenciones.